Es una de las actividades más populares y divertidas en nuestro programa: Los equipos deben ir a cada una de las seis bases, responder a las preguntas y completar un juego en cada una. Se les califica por los puntos, y se premia al ganador.
...no hay mucho presupuesto para premios.
De cualquier forma, la competencia y los puntos son una excusa. Los chavos vienen a divertirse; poco importa quien gana.
Los primeros dos equipos llegan al mismo tiempo a mi base, pese a sus intentos por llegar antes que el otro equipo. Montón de brutos, no voy a iniciar hasta que estén los equipos completos de todas formas.
Responden a mis preguntas de manera un poco floja, por lo cual ganan solo la mitad de puntos disponibles, pero se ponen las pilas para el ejercicio: dos estudiantes de cada equipo se colocan en fila, con los brazos alrededor del otro. Deben coordinar sus movimientos para sujetar, pelar y comer un plátano.
Bonito ejercicio, pero muy sucio.
Sus esfuerzos por ganar son muy intensos, a juzgar por la forma en que se atragantaban. Envío a mis alumnos a la siguiente base, pero de forma muy especial: deben cruzar el espacio de media cancha de futbol caminando hacia atrás estilo Michael Jackson.
A pesar de que les aclaro que no es una carrera y en la siguiente base no los atenderán hasta que lleguen todos los miembros de ambos equipos, suceden tres caídas con sus respectivas y ligeras contusiones.
Entre porras, graciosadas, y coqueteos de jovencitas de hormonas alborotadas, el resultado final del rally quedó así (los alumnos nombraron sus propios equipos):
Tercer lugar: Los Halcones Saludables
Segundo Lugar: Biberones y Mamilas
Y en primerísimo lugar, quedaron LAS TRUSAS.
Ver a tantos jóvenes alegres, sonrientes y entusiastas es quizás una de las mayores satisfacciones que este trabajo puede brindar. Especialmente si, como el día de hoy, se realiza en una de las escuelas más conflictivas, en las zonas más pobres de la ciudad.
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