lunes, 1 de agosto de 2011

El tren partió

Podría decir muchas cosas de mi experiencia con Harry Potter.

En primer lugar, de cómo yo empecé a leer libros del género fantástico gracias a esta historia, que pese a sus muchos defectos, logró realizar algo de manera excelente, que fue el manejo de los personajes, tan bien definidos y caracterizados. 

Leí el primer libro a la edad de quince años,y aunque no era el viril adulto que soy ahora, ya estaba bastante grandecito para leer "un libro para niñitos", como tantos críticos insisten en denominarlo. Como si los niños fueran un público fácil! (y créanme, muchos intentos fallidos de escribir y contar cuentos infantiles me dicen lo contrario). 

Al día siguiente había comprado los dos libros siguientes, sumergido por completo en un mundo alterno, de una profundidad y carisma mucho mayores a la que la literatura del género de fantasía nos tiene acostumbrados. Habla mucho sobre el talento de la escritora que sea capaz de contar una historia interesante a partir de "los protagonistas van a la escuela".


Y de alguna forma, muchos autores consiguen hacer que escenas como esta sean aburridas de leer.

Para cuando se publicó el cuarto libro en español, yo ya era un ávido aficionado de la serie, esperando con ansia el tan esperado estreno cinematográfico. Los años pasaron, y al menos conmigo la escritora consiguió su objetivo. Crecí de adolescente a adulto, con todas las experiencias que eso conlleva, y en mis ratos de ocio, bastaba con abrir un libro de la saga para volver a experimentar la magia más profunda que un adulto puede disfrutar, que es la imaginación de un niño (despacito y discretamente: no olvidemos que por algun motivo soñar con un mundo mejor es actividad tabú en este mundo tan "realista").



Creo que prefiero leer a Harry Potter.

Vi todas las películas, sin una excepción en el cine, y más allá de ponerme a criticar los obvios errores, agradecí la oportunidad de tener una visión diferente, que por supuesto jamás se compararía a mi imaginación, pero igualmente bienvenida.

Tras leer el séptimo y (hasta ahora) último libro, se me humedecieron los ojos al escuchar el tema principal en el estreno en cine de Orden del Fenix, que salio ese mismo año. Pensé "ya falta poco". Finalmente, el día de ayer, habiendo retrasado el compromiso que mi corazón potteresco me exigía por motivos de este mundo "realista", acudí a la última cita.


No lloré hasta el final, pues fue hasta entonces que pude comprender plenamente la intención de la tan subestimada escritora al colocar un epílogo situado en un punto aparentemente aleatorio: Harry, Ron y Hermione, que tantas aventuras compartieron, se despiden, dejando paso a una nueva generación, que a bordo del expreso de Hogwarts parten a conocer ese nuevo y maravilloso mundo que tantas personas ahora adultos, tuvimos ya el privilegio de conocer con imaginación de niño.