domingo, 22 de marzo de 2009

Cuando la inseguridad llega

Ya había tenido mis roces con la ilegalidad antes, pero ahora sí me asusté, porque ahora literalmente llegó hasta la puerta de mi casa.

En la madrugada de hoy, aproximadamente a las 2:00 a.m, me despertó una continua serie de claxonazos. Al principio los ignoré y traté de seguir durmiendo, pero los bocinazos aumentaron en número y volumen a tal grado que ya no pude.

Me asomé a la calle: En medio de la pequeña privada en la que vivo, había una camioneta con los vidrios (polarizados) arriba. Le grité que había gente intentando dormir, lo cual no tuvo efecto alguno, por lo que me levanté, me vestí, y decidí salir a dar la queja personalmente. En las escaleras me topé con mi padre, que había tenido la misma idea, y me advirtió que tuviera cuidado.

Salí del jardín y caminé hasta la camioneta. Al volante había un niñito, de unos 16 o 17 años, y gesto parecido a éste:



Me ignoró hasta que me paré junto a él y toqué el vidrio, con lo que por fin conseguí que bajara la ventana. De la manera más atenta y cortés que pude, la cual fue bastante, considerando que eran las 2 de la madrugada, que estaba muy cansado y que me habían despertado a claxonazos, que por favor guardara silencio porque había gente tratando de dormir.

El niño no me dijo una palabra y se limitó a asentir con la cabeza. Para este momento yo ya estaba bastante asustado, pues el niño no cambió su expresión una sola vez. Era como hablar con una estatua.

Me di la vuelta y regresé a mi casa. La camioneta inmediatamente salió de la privada y no volvió a molestar... ahí.

Hace dos horas, el velador llegó a cobrar su cuota, y mi padre le comentó el incidente. Resultó que el mocosito había estado como hasta las 4 por la colonia, pasando entre las casas y dando de claxonazos. Cuando el velador le reclamó, el drogadicto le dijo que estaba buscando a una muchacha, que para "llevársela". Les dejo a ustedes la interpretación de eso.

Obviamente, cuando mi padre me dijo lo que le había comentado, se me heló la sangre. Estaba medio dormido y enojado cuando salí. Qué tal si me la hacía de bronca? Que tal si traía pistola? Qué tal si es amigo de narcos y les hablaba?

Resolvimos una nueva política. Antes, en tiempos de mayor seguridad, cuando un vecino estaba molesto le reclamábamos firmemente una vez, y si el problema seguía, llamábamos a la patrulla. Ahora la queja será directo a la policía.