jueves, 14 de abril de 2011

Eventos que marcaron mi vida

4. Viajes

Mi vida ha estado repleta de viajes, grandes y pequeños. Desde los viajes mensuales a Monterrey (4 horas de distancia) hasta aquel viaje enorme a Nueva York hace un par de años, estas experiencias siempre me han hecho desear más. 

Fotografía de Kaiser-Kun

Proximamente en este blog: 
Nueva Yorkeando, Primera Parte

El mundo se vuelve pequeño y grande a la vez cuando viajas. Pequeño, porque te das cuenta que las maravillas tecnológicas de hoy nos permiten recorrer distancias que antes se consideraban imposibles (aún creo que viajaré al espacio antes de cincuenta años). Grande, porque el viajar te demuestra la inmensa variedad de lugares y personas que habitan este planeta.


3. Bullying

La gran mayoría de las personas ha sufrido algún tipo de maltrato a lo largo de sus vidas. El bullying, o violencia escolar, es particularmente dañino porque se realiza en un momento particularmente vulnerable de la vida de la víctima. 

En mi caso, sucedió al principio de mi adolescencia, a manos de un grupo de zopencos, de los tantos que habitaban una escuela privada. Un muchacho inteligente, con buenas calificaciones, querido y popular con sus amigos y maestros, y que además tiene la lengua más afilada que la espada Excalibur?

El abuso continuó durante años, al cabo de los cuales finalmente aprendí una muy valiosa lección: Una persona inteligente no es popular en medio de una horda de imbéciles. 

Aunque el daño físico que recibí fue considerable, lo más terrible del asunto sucedió años después: con mi autoestima por los suelos, y harto del abuso que había sufrido anteriormente, tuve el deseo de terminar con todo. Me aterra recordar la sangre fría con la que calculé mi muerte.

En el último instante recuperé la lucidez (o el miedo) y arrojé lejos el arma, misma que no he vuelto a tocar. Mis agresores tuvieron historias tristes. Hace poco visité la escuela donde ocurrió el problema, pues necesitaba un documento para mi graduación de la Universidad. Ahí encontré a uno de ellos, enfermo, gordo, y drogado. Las secretarias le daban dinero a veces por hacer mandados. Me fui pensando que aunque yo pude superar lo que me hizo, la vida no perdona.

2. Universidad

Tras los tristes eventos del punto anterior, mi vida social no era precisamente alegre. Nunca pude hacer verdaderos amigos en la secundaria o preparatoria, por desconfianza y miedo. Se necesitaría un cambio radical de ambiente para hacerme salir del cascarón.

La Universidad facilitaría esto: ya con la madurez de jóvenes adultos, y viendo que aquí si se permitía ser diferente, el cambio fue gradual pero seguro. Cinco años después de que entré, podía hablar en público sin problemas y en todo momento, tenia un grupo de amigos leales y sinceros, y mi autoestima había recibido varios impulsos muy necesitados.

Dicen que la Universidad cambia a las personas. En mi caso, fue para bien.

1. Dejando el Nido

A los quince años dejé la casa de mis padres, con el permiso de ellos, para vivir en otra ciudad. Comparado con mi natal Victoria, Monterrey es una megalópolis. 

Fue así como empecé mi entrenamiento, que además de una educación formal, me permitió convertirme en un adulto. Viví en Monterrey ocho años llenos de aventuras y anécdotas, hice muchos amigos, me rompieron el corazón (y a veces la cara), conseguí trabajo, manejé un automóvil, y empecé a escribir. Dos fotos dicen más que dos mil palabras:


1999 - 2009

Recomiendo ampliamente a todos los padres que permitan la misma experiencia a sus hijos: es difícil y muchas veces doloroso, pero la recompensa es enorme.

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