Hace poco vi en el periódico la imagen de Julio Aparicio, un torero que conoció de primera fuente el extremo afilado de la "profesión".
Con cuidado: la imagen es perturbadora.
Vivimos en un mundo donde la tortura y muerte de un ser vivo se considera entretenimiento para una alarmante cantidad de imbéciles. Me alegra que a este idiota en particular le han dado una dolorosa retribución kármica.
2 comentarios:
Mmmm, pues es un tema polemico el que tratas, mi buen Kaiser.
A mi no me gusta la fiesta brava, pero entiendo que es una actividad muy popular. Y aunque tampoco me gusta que maltraten animales, la verdad la lesión esta espeluznante.
ora si que quien le manda a irse a meter a tratar de matar a un animal grandote :p
Publicar un comentario