viernes, 29 de enero de 2010

Arreglemos esto a Karatazos

Las últimas cuatro noches acudí a clases de un arte marcial coreano llamado Haidong Gumdo. Un amigo de mi padre lo recomendó por ser parecido al Tae-Kwon-Do (que he practicado antes), pero con espadas. Lo investigué en internet y me agradó lo que vi.

 

  

Aunque el resultado no fue precisamente igual.

En la primera lección no me fue tan mal: Sólo pedi tiempo una vez... diez minutos luego de empezar, durante el calentamiento. 

  
El profesor, que había preparado de antemano una clase adecuada para principiantes, dispuso un círculo de opiniones, una segunda ronda de ejercicios pesados, y un rato de meditación.

La siguiente lección fue brutal. Calentamiento hasta que mis adoloridos músculos de alguna forma me dolieran más, entrenamiento en posiciones con el sable y cortes básicos, golpes a blancos levantados en alto, diez lagartijas, veinte repeticiones de todo lo anterior. 

Llegué a casa pensando que los músculos de mis brazos jamás volverían a su posición original.

Y multiplicado por tres en la lección de ayer. Exhausto, sediento, jadeante y adolorido, tras repetir más de cincuenta veces una secuencia de tres cortes, contra un periódico que sostenía mi compañero,  no podía dar otro golpe.
 
(Representación de mi espíritu guerrero)

Decidí intentarlo una última vez. Los restos de periódico, cortados sin ningún patrón, llenaban el piso del salón. El profesor corrigió mi postura y me indicó que no me moviera mientras daba el golpe.

Golpee tres veces, a la izquierda, a la derecha, y al centro. Corté el periódico en cuatro.

Ahora, mientras escribo estas líneas, apenas y puedo levantar los brazos, y no pude ni levantar el rastrillo para rasurarme. Pero cuando pienso en esos tristes cachos de periódico... Sonrío y pienso que volveré el Lunes. 

Mientras tanto... alguien que me arrastre a la cocina?

No hay comentarios: