viernes, 20 de noviembre de 2009

La Flecha de Luz

Los herederos de la magia han sido derrotados.

Rophen grita de dolor, sujetando el muñón que segundos antes era su brazo derecho. Ha sido seccionado por un disparo de la bestia. Anara se retuerce en agonía, sufriendo los estragos de la etapa terminal del virus escudo, causado por utilizar toda su magia.

Vynen, en un intento por protegerla, ha sido lastimado cuando el aliento de la bestia derribó su escudo, haciendo que miles de fragmentos abrieran heridas en su cuerpo.

La bestia ríe. Es el alma del meteoro en el que están luchando, dentro del cuerpo de su enviado, con el poder del virus escudo. Ha sido alimentada con la magia del planeta bajo ellos. Los magos en la del planeta cargaron un arma con toda la magia que impregnaba el subsuelo. En su deseo por destruir el meteoro, solo han conseguido darle más poder.

Vynen mira hacia el planeta Eddeil, su hogar. Es extraño como se encuentra sobre ellos. El meteoro ha empezado a cambiar de forma, extendiéndose como una manta. En minutos, cubrirá Eddeil y lo convertirá en ruinas, alimentándose de toda la vida en él.

Los Alfa fueron quienes les advirtieron del cataclismo. Cuando se descubrió su advertencia, Anara reunió a Vynen y Rophen, los últimos seres nacidos con magia, para despertar a los Alfa de su sueño.

Su búsqueda sería en vano: Al entrar a la cámara de diamante donde los Alfa descansaban, encontraron que estaban muertos. Asesinados por el mensajero de la bestia.

Contra toda esperanza de sobrevivir, Vynen intenta incorporarse. No puede. Sus brazos no tienen la fuerza. El pendiente que colgaba de su cuello, en el cuál se encontraba toda su magia, fue destruido en el último ataque de la bestia. Galrail ha muerto, y Anara y Rophen no pueden ayudarlo. Está sólo.

Un destello en la superficie de Eddeil llama su atención. Viene del arma que dispararon antes, conteniendo la poca magia que quedaba en el planeta. Está volviendo a cargar energía? Cómo es posible?

Por supuesto, piensa Vynen. Todavía quedaba magia. La que estaba dentro de los magos sobrevivientes. Han sacrificado su magia para volver a cargar el cañón. Sólo habrá un disparo más, que de impactar destruirá a la bestia y a todo el meteoro.

La bestia está confiada. Sin duda es capaz de absorber toda esa magia, de la misma forma en que absorbió el anterior disparo y recibió más poder. Pero los ojos del antes estudiante de magia detectan un cambio. En el suelo del meteoro, negro y brillante como el ónix, han aparecido símbolos brillantes.

Las hileras de símbolos forman un círculo alrededor de la bestia. Vynen reconoce los símbolos de los Alfa, sus antiguos dioses, de los cuáles descienden él y sus amigos. La flor azul de la magia de Cambio. La llama roja de la magia de Destrucción. Falta uno.

Se arrastra. Cada metro, cada centímetro es una agonía. Su cuerpo grita, sus extremidades queman. Pero él no permite que ningún sonido salga de su garganta. La bestia lo ha dado por muerto, y es mejor que siga pensando así.

Su visión se oscurece. De un momento a otro perderá el conocimiento y morirá. Y con él, el planeta entero. La luz en la superficie del planeta se vuelve más brillante. El canón está cargado.

La bestia ríe al ver que el cañón dispara, pero Vynen no le presta atención. Ya sólo falta un poco.

Tres pasos más. Comprende lo que debe de hacer.
Dos pasos. La magia de los Alfa, contenida y aumentada por mil años, viviendo a través de sus descendientes.
Uno. Vynen toca con sus dedos la más grande de sus heridas en el cuello. Al hacerlo roza la marca de nacimiento sobre su piel, que indica su magia.

El sol negro de la magia de Creación.

Retira sus dedos, manchados con sangre, y los acerca al círculo de símbolos. La bestia ríe sobre él. Se ha dado cuenta de que sigue vivo.

Vynen siente el calor del aliento de la bestia. Lo eliminará con este disparo. Una luz blanca ilumina el meteoro al acercarse el disparo del cañón.

No importa. Vynen sabe que morirá, sea por sus heridas, por el aliento de la bestia, o por la flecha de luz proveniente del cañón.

"Si hay en mi sangre algún poder de los Alfa... que vengan." dice, y mancha el círculo de símbolos con la sangre de sus dedos.

La bestia arroja su aliento. Vynen cierra los ojos.

Y vuelve a abrirlos.

Una columna de luz blanca ha aparecido frente a él, bloqueando el aliento de la bestia. Dentro de la columna flota una figura con forma humana, de la cual solo se ve una silueta negra.

Vynen mira alrededor. Dos columnas más han aparecido, formando un triángulo rodeando a la bestia. Son los Alfa, los antiguos dioses. Como lo prometieron, han venido en la hora más aciaga.

Su poder contiene a la bestia, pero no la destruye. El golpe final deberá venir de otra parte.

Vynen lo entiende. El disparo del cañón, la flecha de luz, ilumina el meteoro al acercarse. Todos morirán en el momento en que el meteoro.

Vynen lo entiende, y sonríe.

La flecha de luz impacta en el meteoro. Todo es envuelto por la luz del disparo. La bestia grita.

Y Vynen muere.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Wow... en verdad buena redaccion... buen fragmento...